Tras un largo viaje por fin llegamos al showroom de Oliver knott
Las ronsisas se dibujan en la caras del grupo, el cansancio no hace mella en nosotros, pese al madrugón y la distancia.
Cordialmente sale y nos recibe en la puerta, tan campechano como si fuera amigo nuestro e toda la vida. Con una agradable sonrisa nos indica en perfecto alemán que entremos, subimos los veinte escalones y lo primero que encontramos en un pequeño hall es un acuario que claramente lleva su firma.
Atravesamos la puerta y vemos al fondo del local una batería nos apresuramos para verla de cerca como si alguien nos la fuera a quitar.
Detalle de algunos acuarios expuestos
Todo esta dispuesto para comenzar el seminario y asistir a la clase de un maestro.
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